La Clase Trabajadora Blanca: El Hijo Pródigo de América

Illustration by Aaron MoDavis

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Después de la victoria de Joe Biden de 2021, un hecho evidente se destacó. Los Estados Unidos es una casa dividida. El repudio extenso de Donald Trump no sucedió. Muchos votantes blancos se aferran a la política de agravios que alimenta. En juego es ¿Qué significa ser blanco hoy?

La respuesta está en la parábola bíblica del Hijo Pródigo. La clase dominante estadounidense usó la raza para dividir a los trabajadores de los Estados Unidos, pero ahora ser blanco se está convirtiendo en una herencia vacía. Si la Izquierda puede darle la bienvenida de nuevo al Hijo Pródigo de historia, puede crear un país socialdemócrata.

Recapitulemos la historia: Un hijo de un hombre rico consiguió su herencia temprano, la desperdició, y cuando vino la hambruna, se arrastró de regreso a su familia, listo para hacer trabajos serviles porque se estaba muriendo de hambre. Su hermano, que se había quedado en casa y había sido obediente, estaba furioso. Pero el padre acogió el niño errante y arrepentido.

Dividir la Herencia

Antes de América, la “blancura” no existía. La era colonial temprana fue una época brutal pero no racial. En el Nuevo Mundo, esclavos y los sirvientes por contrato, africanos y europeos vivían en limbo. Los africanos liberados podían comprar tierra. Los europeos podían ser azotados o marcados por desobedecer a sus amos.

Trabajaron implacablemente por los inviernos helados y veranos hirvientes. El sudor del trabajo los unió. Los mismos terratenientes ricos los explotaron. Cuando Nathaniel Bacon lideró una rebelión contra el gobierno colonial de Virginia en 1675-76, los africanos y los europeos compartieron bolas de mosquete y dispararon contra el mismo enemigo británico. 

La revuelta fue aplastada violentamente. Nuevas leyes, escritas por la clase dominante, convirtieron los dos grupos en enemigos el uno contra el otro.  El “Blanco” se convirtió en una identidad privilegiada. El Hijo Pródigo nació. Fue blanco y macho; recibió más derechas, más terreno, más estatus. Sintió su poder sobre un fondo negro. Salió de la familia humana.

Hoy en día, vivimos entre sus descendentes. Cada ola de inmigrantes europeos entró en el papel del Hijo Pródigo. No importa de qué país vinieron- que fueron irlandeses, judíos de cualquier país, italianos, … compraron nuevas vidas blancas, nuevas caras, nuevos coches, nuevas casas, y nuevos apellidos. Se beneficiaron del Trato Nuevo y la economía posterior a la Segunda Guerra Mundial. Los que pudieron se atrincheraron en los suburbios, que hace recordar la escena de Lucas 15:12 cuando el Hijo Pródigo “continuó su viaje a las tierras altas y allí desperdició su herencia con una vida desenfrenada.”

Ahora, una hambruna ha atacado el Oeste. El capitalismo, el motor de la “blancura,” ha dejado atrás a los trabajadores blancos. En los EE.UU., la tecnología los ha reemplazado. En el extranjero la mano de obra barata los ha reemplazado. El Hijo Pródigo no tiene futuro.

La Balancín Moral

En la elección de 2021, Joe Biden y Kamala Harris ganaron los votos suficientes depara inclinar el fiel de la balanza de la clase obrera blanca. Si pueden realizar reformas reales, como un programa de salud universal y un programa de puesto de trabajo como Trato Nuevo Verde, esos votantes se quedarán. Si no, volverán a la Derecha, en un callejón sin salida. El GOP hará lo que siempre hace: estimular la ansiedad hacia las minorías al favorecer políticas favorables a los negocios. Más recortes de impuestos [para los ricos]. Más derechos laborales derogados.

El problema es si la clase obrera blanca se vuelve Izquierda, encontrarán el disgusto. El psicólogo social Jonathan Haidt describe el liberalismo como en parte impulsado por un foque en el daño. La Izquierda en esencia crea “víctimas sagradas,” dice él y considera infrahumanos, monstruosos, deformados moralmente a los privilegiados. Hilary Clinton los llamó “deplorables.”

Muchos de nosotros en la Izquierda lo consideramos así al Hijo Pródigo. Lo vemos como un hombre blanco heterosexual y un victimario cristiano que ahora es la víctima de las mismas fuerzas que le dieron el poder. Tomó su herencia. ¿Ahora quiere la simpatía?

Nuestro disgusto hacia el Hijo Pródigo se manifiesta en nuestro fetichismo de la jerga política de élite y el abrazo casi religioso del pesimismo afro, una filosofía de desesperación por la condición de los Afroamericanos. Satura las universidades y las librerías. Sale de las escuelas, donde los profesores repiten la iconografía de victimización. Es nuestra muralla para mantenerlo al Hijo Pródigo fuera.

Partes de la Izquierda son como el hermano mayor en la parábola, que en Lucas 15:28 estaba si enojado que el hijo irresponsable fue acogido, que “no entraría en la casa.” ¿Qué puede derribar esta pared de disgusto?

La Celebración

“¿Cómo se puede el disgusto?” el entrevistador preguntó a Haidt en su charla TED. Haidt movió la cabeza como si estuviera intentando encontrar la palabra justa. “Lo opuesto al disgusto es en realidad el amor,” dijo. “El disgusto significa fronteras. El amor se trata de disolver las paredes. Las relaciones personales son probablemente las maneras más poderosas que tenemos.”

En el Hijo Pródigal, ese chico vuelve a casa en harapos. Lucas 15:20 dice que “su padre lo vio y tuvo compasión, y corrió y lo abrazó, y lo besó.” El hijo pidió perdón por su necedad, y su padre al ver su sufrimiento, no lo castigó sino celebró el regreso a casa de su hijo.

Dar la bienvenida a un niño perdido es tradición en el movimiento negro de libertad, en la cual los líderes han convertido el sufrimiento histórico en un puente hasta otros grupos. En su habla en la Convención Demócrata Nacional de 1988, Jesse Jackson dijo, “La mayor parte de la gente no es perezosa. No es Negra. No es de color marrón. Es mayormente blanca y hembra y joven. Pero ya sea blanca, negra, o marrón, el vientre de un bebé hambriento en el interior es del mismo color—es de dolor, de daño, de agonía.” Años después, Cornel West repitió el tema: “Hermano blanco de la clase trabajadora, sabemos que tiene dolor … pero vos pedimos que confrontéis los más poderosos, no que tratéis los más vulnerables chivos expiatorios.”

Supongamos que esto es por lo que trabajaron tan duro nuestros antepasados. Nos pusieron en la posición para decidir el destino de la nación. La lucha de siglos para transformarnos de esclavos en ciudadanos nos dio la autoridad para definir el significado de nuestra historia. No somos víctimas. Somos herederos de una empatía poderosa que puede salvar otros que son atrapados como lo fuéramos nosotros. Quizás podamos ser el hermano mayor de la parábola que encuentra al Hijo Pródigo, los millones de ellos en este país, y le dice que es hora de reunirse con la familia.

El escritor James Baldwin dijo en una entrevista con el poeta Nikki Giovanni, “Por mucho tiempo piensas que nadie ha sufrido como lo hice yo. Después se da cuenta que tu sufrimiento no te aísla, es tu puente …. Así que traes un poco de luz en el sufrimiento de los otros, para que puedan entenderlo y cambiarlo.”

No está en la Biblia, pero me gusta creer que el hermano mayor entró en la casa donde su hermano se sentía en la mesa, temblando con el oprobio. Me gusta pensar que se agachó, lo levantó y lo abrazó. Creo que se encontró feliz cuando lo hizo esto.

 

Nicholas Powers es poeta, periodista, y profesor asociado de literatura en SUNY Old Westbury. Su libro La Tierra debajo de Cero: 9/11 al Hombre Ardiendo, Nueva Orleans a Darfur, Haiti al Ocupe Wall Street fue publiado por UpSet Press.

Traducción de Donna Vivian Landon-Jimenéz