El Legado Duradero de Ocupa

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En el año 2011, Ocupa Wall Street fue a la vez exhilarante y frustrante. Capturó la atención de millones de personas por todo el mundo, pero parecía que se saboteó por negarse a proponer un programa durante una grave crisis capitalista. Con algunos compañeros y miembros de los Socialistas Democráticos de los Estados Unidos y varios otros socialistas, por un breve tiempo, estuve involucrado en el Grupo de Trabajo de Exigencias, un grupo que quería remediar este defecto percibido.

Nuestros esfuerzos no eran bienvenidos. El sitio web oficial de Ocupa Wall Street nos denunció. Recuerdo un intercambio memorable que tuve con un compañero miembro de Ocupa después de que una reunión de la asamblea general hubiera rechazado una cantidad de nuestras propuestas. Mientras estuvimos discutiendo los méritos de la toma de decisiones por consenso, le pregunté si creía que la Ciudad de Nueva York podría ser manejada justo como Ocupa. “Claro que sí,” me contestó, “la gente puede conseguir cualquier cosa si tan solo se empeña en hacerlo.” Yo le señalé a la escultura de rojo vivo que surge ante el parque y le pregunté si alguien podría saltar a su cima si solo se empeñaría en alcanzarlo. “Por supuesto,” respondió, “los yoguis lo hacen todo el tiempo.” Luego desapareció en la noche fría de Manhattan, dejándome desconcertado y frustrado.

Es difícil de comunicarles a los miembros más nuevos de los Socialistas Democráticos de los Estados Unidos qué tan común este tipo de pensamiento era en ese entonces. La necesidad de organizar políticamente, de contender en elecciones, y de formular exigencias y programas ahora está dada por hecho. Pero no siempre era así. Desde el fin de los sesenta del fin de Ocupa, la izquierda era dominada por algún tipo de anarquismo de facto. La percepción común era que ninguna de las instituciones sociales existentes—incluyendo las que permanecían de periodos anteriores de lucha popular—podían servir como vehículos de cambio progresista.

Los campamentos a través del país eran lugares muy emocionantes, pero también sufrieron problemas que eventualmente los hacían inviables. Inmediatamente después de las evicciones, era muy fácil concluir que el fenómeno conocido como Ocupa había malgastado su tiempo en la escena mundial. Ciertamente, yo me sentía así, pero mi evaluación de la experiencia ha ablandado con el paso de tiempo. Es probable que los ataques de Bernie contra el 1% encima de la economía no hubieran encontrado tierra tan fértil si Ocupa no habría arado el suelo ideológico. Más prácticamente, Ocupa les proveyó una ocasión crucial a organizadores, pensadores, y activistas dispersos para que pudieran encontrarse y construir relaciones. Aquí en Nueva York, muchas de las relaciones formadas en 2011 ayudaron a sustentar el crecimiento explosivo de nuestra sección de los Socialistas Democráticos de los Estados Unidos cinco años después.

No lo sabíamos en ese entonces, pero OWS marcó el fin del malestar pos-1960s y el comienzo de una nueva época. Sin importar sus deficiencias, abrió un camino para todo que ha pasado después. Aún no puedo saltar a la cima de la escultura en el parque Zuccotti, sin importar lo mucho que intente conseguirlo. Pero tenemos un movimiento más poderoso debido a Ocupa, y por eso estoy profundamente agradecido.